El miedo ensombrece la ciudad
y una cosecha de sangre
asola el campo
Lo que era ya no es
del festín sólo nos queda
el vino amargo de las lágrimas
La muerte es el reposo
el verdadero alivio
negado en la esperanza
Mientras discurran funestas las armas
y la creencia ya no escuche
las promesas del mañana
por secretos senderos de ensueño
redentor aliento esparcirán
nuestras íntimas plegarias
En el malogrado afán de los anhelos
el tiempo irá apurando
nuestro cáliz de desgracia
sólo nos queda oficiar la tristeza
en el refugio de nuestro amor
como en un templo desolado
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