Compañera



Me acostumbré a tenerte a llevarte siempre conmigo
como se lleva un escapulario la ropa o los zapatos
Casi sin percatarme fuiste parte de mí mismo
como mi piel mi cuerpo como aquellas cosas
que apenas sabemos nuestras cuando se han perdido


Mas estamos apartados en el tiempo y la distancia
se anudaron los caminos
Como en un garaje de impenetrables vías
se aparcó la ausencia
Para nuestros hijos nuestro hogar y nuestras vidas
es el tiempo de la espera


Entre lo imperecedero y todo aquello ya perdido
queda un mundo de pequeñas cosas
que por ti eran mías y hoy se niegan al olvido
Es un tesoro conservado en mi memoria
Este poema como un estuche lleva muestras
de las valiosas joyas que gracias a ti
yo diariamente recibía


Era tu disposición alegre para acompañarme a todas partes
Eran los mimos prodigados en tu empeño constante
por desvestirme siempre antes de acostarnos
Eran tus maquinaciones ingenuas complacientes
para oponerte algunas veces a mis tercas decisiones
Era el contacto tibio de nuestros cuerpos
en espera del sueño desnudos y abrazados


Era tu requerimiento afable por un poco más
de sueño en las mañanas
Era tu negativa a disfrutar la mesa
prefiriéndola servir
para hacer mayor mi complacencia
Eran tus sorbetes helados
y el esmero dedicado
para cuidar mis guayabos


Era tu cómplice entusiasmo
para hacerme tomar el desayuno en la cama
Era la tenue humedad de tus labios en mis labios
estampando el sello de tus besos
por cada regreso y cada despedida


Aunque haya prescindido
de tantos hábitos perdidos
a tu ausencia no me acostumbro
y de tu amor nunca prescindo
porque sería como prescindir
del mismo aire que respiro

A pesar de estar distante
tú estarás siempre conmigo
aunque ya no pueda llevarte como se lleva
un escapulario la ropa o los zapatos



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