Como las aguas en los charcos
en las ciudades se acumulan
los montones humanos
que transportan las máquinas
del acarreo ciudadano
en lugares y horas marcados
por la rutina del trabajo
Hoy me agrego a la rutina ajena
para contemplar desde la altura
en una de esas máquinas
que se elevan entre cables
los lugares donde tantas gentes
desmovilizadas por el desamparo
sobre laderas imposibles
sus viviendas mínimas fijaron
Bajo el sol de la tarde
los policromados ranchos
encuadrados y ordenados
resplandecen alegres
ocultando dolores y afanes
y sólo en el amor vital palpitan
entre tanto ser desamparado
en las ciudades se acumulan
los montones humanos
que transportan las máquinas
del acarreo ciudadano
en lugares y horas marcados
por la rutina del trabajo
Hoy me agrego a la rutina ajena
para contemplar desde la altura
en una de esas máquinas
que se elevan entre cables
los lugares donde tantas gentes
desmovilizadas por el desamparo
sobre laderas imposibles
sus viviendas mínimas fijaron
Bajo el sol de la tarde
los policromados ranchos
encuadrados y ordenados
resplandecen alegres
ocultando dolores y afanes
y sólo en el amor vital palpitan
entre tanto ser desamparado
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